Comprendiendo el Ictus Isquémico: Causas, Síntomas y Tratamientos

Comprendiendo el Ictus Isquémico
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El ictus isquémico es un tipo de ataque cerebral que afecta los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro. También se conoce como Accidente Cerebrovascular (ACV).

Este, consiste en la obstrucción o bloqueo de los vasos sanguíneos del cerebro, lo cual es causado en la mayoría de los casos por un coágulo de sangre. 

Cuando se presenta dicha obstrucción, en cuestión de segundos el cerebro deja de recibir el oxígeno, la glucosa y otros nutrientes fundamentales para su funcionamiento correcto. Como consecuencia, las neuronas empiezan a morir, afectando áreas importantes del sistema nervioso central.

Esta interrupción puede causar daños cerebrales permanentes, por esto, y dadas las implicaciones graves que puede tener el ictus isquémico, se debe actuar de forma rápida cuando se presenten síntomas, acudiendo lo antes posible a un centro de atención médica.

En este artículo, explicaremos en detalle qué es el ictus isquémico, sus causas, los síntomas comunes, las opciones de tratamiento disponibles y cómo debe manejarse.

¿Qué es un ictus isquémico y cómo ocurre?

Como se adelantó en la parte inicial del artículo, el ictus isquémico es un tipo de ataque cerebral. Existen dos tipos de ictus: el isquémico y el hemorrágico.

En el ictus isquémico, lo que sucede es que un coágulo de sangre interrumpe el flujo de sangre en un vaso sanguíneo, evitando que lleguen al cerebro el oxígeno y los nutrientes primordiales para su adecuada función.

Por la interrupción del flujo sanguíneo dirigido al cerebro, en cuestión de segundos, las neuronas empiezan a morir, lo que ocasiona consecuencias graves.

Existen dos tipos de ictus isquémico: por un lado está el ictus trombótico, que se da cuando se forma un coágulo dentro de una arteria que ya estaba afectada por la acumulación de grasa, lo que provocó una estrechez en el canal. 

Por otro lado, está el ictus embólico, que ocurre cuando un coágulo de sangre o algún otro tipo de material formado en otra parte del cuerpo, como una placa de grasa, viaja por el torrente sanguíneo hasta alojarse en una arteria cerebral, bloqueando el flujo sanguíneo. 

Además, es importante destacar que en ocasiones los pacientes pueden sufrir un Accidente Isquémico Transitorio, que es una obstrucción temporal del flujo sanguíneo en el cerebro y que puede manifestarse con síntomas similares a los del ictus, pero que se resuelven sin causar daño cerebral permanente.

Principales factores de riesgo asociados al ictus isquémico

Existen muchos factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir un ictus isquémico, pero entre los más comunes, se encuentran los siguientes:

  • Hipertensión arterial alta: puede ocasionar daño en los vasos sanguíneos del cerebro, lo que aumenta el riesgo de obstrucción.
  • Colesterol alto: los niveles elevados de colesterol aumentan la probabilidad de que se formen placas en las arterias, generando que estas se estrechen, e incrementando el riesgo de trombosis.
  • Enfermedad de la arteria carótida.
  • Enfermedades cardíacas: tener un corazón afectado aumenta casi hasta un 50% el riesgo de sufrir un ictus en los casos más graves.
  • Diabetes mellitus: esta enfermedad crónica también puede dañar los vasos sanguíneos del organismo, lo cual incluye el cerebro. Además, los pacientes con diabetes a veces pueden tener colesterol alto y sobrepeso, condiciones que aumentan la probabilidad de sufrir un ictus.
  • Tabaquismo: fumar en exceso destruye las paredes de los vasos sanguíneos y causa que la sangre se pueda coagular con mayor probabilidad.
  • Obesidad y sobrepeso: estos dos factores aumentan la probabilidad de tener enfermedades como la diabetes, niveles altos de colesterol e hipertensión lo que, como ya vimos, incrementa el riesgo de ictus.
  • Sedentarismo: no hacer suficiente actividad física agudiza los factores de riesgo. 
  • Edad avanzada: se ha determinado que las personas de edad avanzada, sobre todo los mayores de 55 años poseen mayor riesgo.
  • Predisposiciones genéticas.
  • Sexo: según investigaciones, los hombres tienen mayor riesgo de sufrir un ictus isquémico, aunque la tasa de mortalidad es mayor en las mujeres.
  • Aumento de los glóbulos rojos: esto hace que la sangre sea mucho más espesa, aumentando el peligro de que los vasos o arterias sufran un taponamiento. 
  • Consumo excesivo de alcohol: esto, eleva la presión arterial y aumenta el riesgo de fibrilación auricular.
  • Consumo de algunas drogas: el uso de sustancias psicoactivas inyectadas aumenta el riesgo de sufrir un émbolo cerebral. El consumo de cocaína se ha vinculado con el ictus y con ataques al corazón.

Síntomas comunes: ¿cómo identificar un ictus isquémico?

Los ictus isquémicos tienen una gran variedad de síntomas, los cuales suelen presentarse rápidamente, en cuestión de minutos. Por ello, es fundamental conocerlos para identificarlos rápidamente y acudir a un hospital de forma urgente.

Entre los síntomas más comunes se encuentran:

  • Debilidad o entumecimiento en el rostro, el brazo, la pierna, focalizado en un solo lado del cuerpo.
  • Dificultad para comunicarse o hablar de forma clara.
  • Visión borrosa en uno o ambos ojos.
  • Problemas para caminar, mareos, pérdida del equilibrio y falta de coordinación.
  • Dolor de cabeza severo sin razón conocida.
  • Pérdida de la memoria.
  • Comportamiento acelerado.

Entre los síntomas que más generan alerta se incluyen la asimetría facial, es decir, cuando un lado del rostro tiene problemas para moverse o muestra una desviación en la sonrisa o en los gestos. 

El segundo síntoma es la dificultad para sostener los brazos al frente o moverlos. Si uno de ellos se cae o la persona no es capaz de levantarlos, es un mal indicio. Por último, se suele pedir a la persona que diga una oración simple, en caso de que se note una incapacidad para hacerlo, hay otra señal de alerta inmediata.

Opciones de tratamiento: ¿cómo se maneja un ictus isquémico?

Las opciones de tratamiento y el manejo del ictus isquémico dependen de la causa que haya provocado el bloqueo de la arteria o la ruptura de un vaso.

Pero, el objetivo principal en cualquiera de las situaciones es restaurar el flujo sanguíneo lo más rápido posible para disminuir las secuelas y evitar futuras complicaciones. El tratamiento se liga al tiempo transcurrido desde que ocurrió el ictus.

Entre los más comunes se incluyen el uso de medicinas para eliminar los coágulos, y en los casos más complejos, se recurre a la trombectomía mecánica, que consiste en un procedimiento en el que se introduce un catéter por una arteria para acceder al vaso sanguíneo bloqueado y extraer el coágulo.

Una vez que pasa el tiempo crítico tras el ictus isquémico y se ha atendido la emergencia con algunos de los procedimientos mencionados, los médicos suelen recetar medicación para tratar la causa del coágulo.

Además, la rehabilitación post-ictus es ampliamente utilizada, especialmente cuando las secuelas son considerables. Las terapias incluyen fisioterapia, terapia ocupacional y de lenguaje, con el objetivo de recuperar las habilidades motoras, comunicativas y funcionales perdidas en los pacientes. 

En conclusión, el ictus isquémico es una afección grave que requiere atención médica inmediata. Reconocer sus síntomas y entender los factores de riesgo es esencial para prevenir daños cerebrales permanentes. 

La intervención temprana, tanto en el tratamiento como en la prevención, puede mejorar significativamente los resultados y la calidad de vida de las personas afectadas.

Si deseas obtener más información sobre la rehabilitación post-ictus con un enfoque personalizado y profesional, te invitamos a ponerte en contacto con nosotros.

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