Una de las demandas principales que nos encontramos a diario en el ámbito de la neurorehabilitación es la de volver a conducir después de haber sufrido un ictus u otro tipo de daño cerebral. La conducción de vehículos se ha convertido progresivamente en una necesidad para gran parte de la población, siendo en muchas ocasiones imprescindible para realizar gran parte de las actividades rutinarias diarias y otorgando un elevado grado de autonomía a la persona.
Es frecuente que, en personas que sufren daño cerebral adquirido, aparezcan alteraciones del funcionamiento cognitivo que repercuten en el desempeño diario de la persona, afectando a la ejecución de las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, y que, en este caso en concreto, les impiden conducir. La independencia en estas actividades es el objetivo principal de la rehabilitación neurológica y, por supuesto, para NeurOn.
A nivel cognitivo, la conducción es una tarea extremadamente compleja que implica el control de un vehículo en movimiento, en un entorno sometido a un cambio continuo. Además se realizan, de manera paralela, tareas automatizadas como la manipulación del volante, el cambio de velocidad, el control de la posición en el carril, la visualización de los instrumentos de a bordo y el análisis constante del entorno. Se trata de una actividad en la que puede ser preciso reaccionar de forma rápida para garantizar la seguridad, que requiere de un mantenimiento de la atención durante largos períodos de tiempo, de la inhibición de distractores, de la alternancia del foco atencional, de capacidades perceptivas y visoespaciales, memoria de trabajo, control de impulsos, etc.
Estas funciones cognitivas suelen verse afectadas tras una lesión cerebral y, pese a que son abordadas desde el área de Neuropsicología, es difícil determinar si una persona que ha sufrido una lesión cerebral está capacitada o no para volver a conducir de forma segura, incluso tras el abordaje de dichos déficits.
Recuerdo una de las primeras reuniones con Sergio Alarcón y Ana Mª Casado. Estuvimos varias horas en una cafetería (el tiempo pasa rápido cuando hablas de aquello que te apasiona). Teníamos la misma visión de cómo acompañar a la persona que ha sufrido un daño neurológico, de la importancia de abordar objetivos significativos para la persona y de buscar la independencia de los participantes a los que acompañamos durante su proceso de rehabilitación. Salieron muchas ideas de esa reunión, entre ellas el crear un buen protocolo de valoración e intervención para retomar la actividad de la conducción en un entorno seguro.
Ahora, casi un año después, ese protocolo ya está en marcha. Hemos contado con el asesoramiento de especialistas jurídicos en el ámbito de la conducción, nos hemos puesto en contacto con centros médicos psicotécnicos para agilizar los trámites necesarios, entre otros. Contamos con un protocolo de valoración e intervención cognitiva que implica el entrenamiento de las capacidades cognitivas con la ayuda de un simulador de la conducción.
Con este simulador podemos testar las capacidades cognitivas implicadas en la conducción y entrenarlas de forma segura. El empleo de realidad virtual permite conducir y adaptar las demandas cognitivas, la cantidad de distractores, dificultad del trayecto, condiciones meteorológicas… Así como introducir las adaptaciones técnicas en volante (pomos, mandos adaptados, etc) que precise cada participante.
¡Estamos listos, motivados, y con todos los medios necesarios para ayudaros a alcanzar vuestro objetivo!
Ana Guzmán Gómez
Neuropsicóloga en NeurOn rehabilitación.